La primera impresión
Al igual que con las relaciones interpersonales, la primera impresión que tienen los clientes de una marca o empresa es muy importante.
En el caso de una empresa, su logotipo tiene que representar sus valores, su filosofía e incluso sus aspiraciones. A través de él, la marca tiene unos segundos para agradar, persuadir y convencer a un cliente o comprador. Y, aunque parezca exagerado, la primera impresión muchas veces es la que vale, ya que el consumidor en multitud de ocasiones no da segundas oportunidades.
Por ello, es necesario que tu imagen de marca acompañe a la forma de ser de tu empresa y transmita bien tus valores. Ya no se trata de tener un logotipo bonito, se trata de saber qué quieres transmitir: empresa joven o con años de experiencia, seria o divertida, sencilla o compleja, preocupada por el medio ambiente…
No solo importa la forma, también el color, los colores hablan, transmiten sensaciones y percepciones, aunque nunca iguales para todas las personas, por ello es importante saber a qué público nos queremos dirigir. Por ejemplo, si queremos que sea atractivo para los niños utilizaremos colores brillantes y si es a un público más selecto y adulto plantearemos nuestro logotipo con gamas de colores más oscuros o negros.
Por ello es de gran ayuda para los diseñadores que el cliente tenga claros sus valores, filosofía y principalmente su público objetivo. Pero como dice el refrán, para gustos los colores.